Silvia Andrés, periodista de Bidebieta Irratia, me realiza una entrevista estupenda, en la que me da pie a explayarme repasando distintos aspectos que dan forma a Paisanaje.
El escritor basauritarra Francisco Panera se adentra en su nueva novela en temas como la memoria histórica y el fenómeno de la despoblación rural con un crimen y la desaparición de una persona como punto de partida. ‘Paisanaje’, publicada por Terra Ignota Ediciones, se presentará en Basauri el próximo 12 noviembre en la Kultur Etxea de Ibaigane.
¿Cómo surge la idea de escribir ‘Paisanaje’?
Al terminar mi anterior novela, Dolor (2021) me quedaba una cuestión pendiente pero que por la naturaleza de su trama, no tenia encaje en aquel libro. Hablo de la memoria histórica vinculada a los represaliados por el fascismo y de la indiferencia con la que una parte de la sociedad y clase política española contempla este asunto, evitando que se establezca un relato honesto de nuestra historia.
Y la otra, que ya me rondaba desde hacía años, era dar forma a una novela condicionada por el fenómeno de la despoblación rural. El punto de inicio surge cuando decido unir estas dos cuestiones. En un viaje por carreteras secundarias de Castilla, a la par que que iban desfilando pueblos casi fantasmas, surgió una gasolinera abandonada, como un espectro. Esa es una de las imágenes más reveladoras de eso que llaman España vaciada. Que son instalaciones muy costosas y al desaparecer la clientela quedan así, abandonadas a su suerte, a que las coma la herrumbre. Son como barcos varados en un mar del que ha desaparecido el agua. Esa noche empecé con un capítulo que precisamente, se abría con la contemplación de una imagen como esa.
¿Cómo ha sido el proceso de escritura del libro?
Entre recabar algo de documentación e ir centrándome en como vincular entre sí las diferentes tramas, diría que no muy largo. Algo más de un año. Y para escribir pues ya tengo el hábito de aislarme en cuanto tengo un par de horas en las que pueda concentrarme, independientemente de la hora que sea, porque hay que cumplir con la vida rutinaria claro. Evito desatender a la familia, al ocio, a la lectura. Solo me queda robarle horas al sueño, pero vamos, sarna con gusto….
Lo defines como un thriller rural pero con más temas de fondo. ¿Qué otros temas son los que abordas?
Al margen del crimen y de la desaparición de un personaje que condicionará la trama, Paisanaje se centra en las tensas relaciones de una reducida comunidad en un pequeño pueblo, pero como reflejo de la sociedad de un país. En ese crisol, se funden de manera metafórica cuestiones de calado que son incómodas de afrontar. El relato único, la animadversión por parte de un sector no precisamente pequeño, a la diversidad cultural y social del estado. La determinación de otra parte de la sociedad por elaborar un relato honesto de la historia para encarar el presente. En definitiva y salvando las distancias, contagiar esas tramas del Esperpento al que recurría Valle Inclán para mostrar un país que se mira y desde luego que no se gusta.
¿Qué reflexión te gustaría provocar en el lector sobre dichos temas?
Generar controversia, plantear cuestiones como qué maldito problema tienen algunas personas porque otras recuperen los restos y la dignidad de quienes llevan casi noventa años enterrados es cunetas o fosas comunes. O qué necesidad tendrán algunos de asumir como herencia, la responsabilidad de invisibilizar aquellos crímenes. O porqué no empatizar con el derecho a perdurar, con la propia existencia de otras culturas que no deberían verse rechazadas por la imposición de la propia. Y desde luego, lo absurdo de asumir que el mundo rural desaparece sin poder hacerse nada…
Procuro huir del maniqueísmo en mi escritura y me gusta remover algunos principios, sean o no propios pero que pueden ser compartidos los lectores. Le sienta bien a nuestra psique. Sin abandonar ese camino, quisiera que el lector contemple Paisanaje como un ariete contra la equidistancia política, que a la postre alimenta el totalitarismo.
El 12 de noviembre presentarás la novela en la Kultur Etxea de Ibaigane. ¿Qué supone para ti presentar tu libro en Basauri?Reencontrarme con mucha gente querida con la que me relaciono en el día a día o nos vemos por el pueblo sin entablar una relación directa. Pero en esta ocasión, su vecino les desvelará qué ha estado tramando en los últimos tiempos. Es una cita entrañable aquí,en casa y suele ser el arranque de la promoción de mis novelas.
En este libro te alejas de la novela histórica, un género que has cultivado mucho. ¿Qué te impulsa a explorar nuevos géneros?
Trasmitir nuevas inquietudes, tocar temas que tienen menos encaje en la narrativa histórica y me motivan. Quiero asomarme esos territorios, imaginar, convertir esas ideas en grandes historias. Contarlas y conectar así con personas a las que en la mayoría de casos ni conozco. ni conoceré. Escribir y leer son ejercicios de soledad, cierto, pero el vínculo que se crea entre dos desconocidos, lector y escritor, es apasionante. ¿Volverás pronto a la novela histórica?
Sí, pero no será inmediato. Después de tres novelas históricas, llegó Dolor, que era una obra de transición que alternaba una línea argumental fiel al género, con otra que se asemejaba más a la novela negra, ahí comenzó el cambio. Paisanaje es otra cosa y sigo por ese camino.
Entiendo la novela histórica como un recurso perfecto para la épica, para reflejar en otros tiempos y escenarios, cuestiones trascendentes como la lealtad, la ambición, el compromiso, la perseverancia en conseguir la libertad… Hay algo de utópico en esos personajes y me emociona. En mi caso no se trata de novelar el pasado, más bien extrapolar nuestro presente y mentalidad a aquel mundo para confrontar con él. Por eso en mis primeras novelas aparecen algunos personajes con personalidades actuales, reconocibles en nuestro ámbito cercano. ¿Nos puedes avanzar algo de tus próximos proyectos?
Tengo una historia en mente, pero aun no es definitiva. Que mira lo que me pasó al ver aquella gasolinera, pero no esquivo la pregunta. Como me gusta retar a los personajes a encarar conflictos, superar barreras e incluso disputar contra la quienes les quieren, diría que esta idea que tengo de una misma familia, centrada en sus mujeres, allá por mitad del siglo XX y puede que geográficamente muy, muy cerca, empieza a ganar muchos puntos. Una lucha (¿otra más? ¡pues sí!) contra la incomprensión del entorno cercano y familiar. Anda que si el tema os motiva y luego cambio de idea…