¿Truco o trato?

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Pues nunca le hice caso a la fiesta esa del Halloween. Bueno ni yo, ni millones de mi generación. De los mayores ni te cuento y con algunos mas jóvenes, mas de lo mismo. No le hacíamos caso porque sencillamente no existía. Las nociones que nos llegaban de «eso» era por la televisión, por las series o películas estadounidenses en su mayoría.

La víspera de la fiesta de difuntos del uno de noviembre era eso, la víspera de un día festivo, pero un día en el que de crío percibía un halo triste, el motivo es obvio. En mi manera de ver la vida o la muerte, los años fueron vaciando esa jornada de su contenido fúnebre, hasta quedarse hoy en nada.

En nada de nada, que aunque todos tenemos seres queridos fallecidos, días para recordarles pueden ser cualquiera, pero por supuesto y con todo el respeto, entendiendo que cada cual vive estas experiencias a su manera.

Así que lejos ya de otorgarle al uno de noviembre la mas mínima relevancia, como a cualquier otra fiesta religiosa, fue la llegada de mis hijos a mi vida, lo que me ha hecho replantearme como mirar esa fiesta tan popular en otros lugares del mundo, que llaman Halloween.

Durante un tiempo les intentaba hacer comprender, que esa fiesta que ellos creían que era, no lo era aquí, que les había llegado por la televisión especialmente, que no iban a ver a nadie disfrazado, que los chavales no iban a ir por las casas pidiendo caramelos, que todo era mentira, casi un engaño… y me equivocaba. A pesar de ser pequeños defendían esa fiesta, y es mas, proclamaban su derecho a vivirla.

¿Que podemos decir? ¿Que eran manipulados? ¿Que adoptan unos usos foráneos, que merman quizá una manera de ser propia? (No me digáis que no habéis oído cosas así o peores)  puede ser en parte, pero no nos hagamos trampas, que a los demás también nos las han colado en alguna ocasión, y muchas veces con gusto.

Unas veces por la música, otras por las modas… y es que aunque intentemos mantenernos en un círculo de autenticidad, no somos impermeables. Ni aquí, ni en ninguna otra parte del mundo, claro que no, lo que ocurre que cada época tiene sus gurús. Hace siglos los exportábamos de aquí al nuevo mundo con cruces y rosarios, y ahora los importamos pero con una amplitud de oferta que abarca ya, cualquier orden de la vida.

Aunque se adopten usos de otros lugares, no creo que los propios estén en peligro de desaparecer. Mas me preocupa la restauración en los jóvenes de un pensamiento liberal e individualista (¿veis? cada cual tenemos nuestras fobias), pero ese no es el caso ahora, que de lo que hablo básicamente con esta celebración es de cachondeo.

Finalmente, lo tuve claro cuando uno de los dos mozos me lo explicó con naturalidad, y eso que solo tendría nueve o diez años: «Es que esta fiesta es divertida, te disfrazas de vampiro o de monstruo, o de zombi… es mejor que las otras, y nos lo pasamos bien»

Bueno, pues ahora vamos y les decimos a los chavales que nuestras fiestas son la semana santa, la virgen del nosequé, la navidad…

Se lo decimos a sabiendas que en unas y otras hay un trasfondo consumista, en distinto grado pero lo hay. Eso es innegable sí, pero…  son vacaciones y eso no se negocia, otra cosa es que para algunos, el espíritu religioso de esas celebraciones ni esté ni se le espere, en cambio iniciativa para pasarlo bien, nunca falta.

Así, que me estoy pensando en hacerme de su bando, que aunque nunca me he disfrazado en esa fecha ni creo que lo haga a futuro, paso de cortarles la alegría con monsergas de autenticidad, cuando lo único que quiere la chavalería es pasarlo bien.

Y es que si pongo en un plato de la balanza  las máscaras, o los colmillos, o las capas de vampiro y en otro, los ramos de flores, o el peregrinar a los cementerios o la angustia… creo que lo tengo claro.

¿Truco, o trato?

 

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