Y así, llega un día en el que comprende que si se aleja de ellos, o de el, o de ella, es porque no les hace puñetera falta en sus vidas. Que su cabeza al fin entiende lo que negaba su pecho.
Ante tal perspectiva, solo cabe cruzar la calle y caminar por barrios desconocidos. Olvidar el abrigo en el último bar, y asumir que es verdad que hace frío, es verdad, pero así también se vive.